martes, 28 de febrero de 2012

CONVOCATORIA MUTANTRES 2



Se viene la segunda edición de Mutantres, literatura mutante. Participe en nuestro siguiente número enviando su texto a tresmutan3@gmail.com. Convocatoria abierta, pueden participar cualquier sujeto que escriba, no importa etiqueta ni género. Todo marzo. Sale en abril. Vamos.

martes, 21 de febrero de 2012

"ME CAGO EN LA LITERATURA"


Lo buscamos en su casa, previa cita, y no lo encontramos. Lo buscamos por segunda vez, previa cita y advertencia, y tampoco lo encontramos. Lo buscamos por tercera vez, con nueva cita, advertencia y regalo, y al fin lo encontramos. El regalo: Un libro y un pisco. Se quedó con el pisco. Inédito hasta el momento, pero con dos libros en imprenta y en distinta editorial: Memorias desde el vientre de la puta de mi madre (relatos) y Uña, mugre y pedos (poesía). Visiblemente fastidiado, por momentos sentimos su mirada de desprecio, atendió a nuestras preguntas, entre copa y copa, se atrevió a recitarnos algunos versos suyos.

Foto: Claudia Echeverre

- Sabemos que comenzó a escribir muy tarde, ¿cómo comenzó a escribir?, y, mejor ¿cómo se atrevió a publicar?
- Ustedes me quieren decir "a la vejez, viruela", jodidos cabrones. Yo escribo porque no tengo mejor cosa que hacer. Todo lo ajeno a la escritura me parece de una insensatez agobiante, me asquea tener que asumir este puto mundo de mierda con el lenguaje de fábrica, el único que tenemos. En realidad, comienzo a escribir cuando estuve preso en la cárarcel porque la desgraciada de mi mujer me denunció por abuso físico y psicológico. Me dieron siete años de pena privativa de mi libertad por torcerle el cuello y tratar de arreglarle las tetas con mi navaja. Con todo lo que la quería, hubiera matado a esa cabrona.

- Entonces es cierto los que lo tildan de "cerdo machista"...
- Eso me dicen las frígidas de la Flora Tristán. Me cago en las feministas. También me cago en los machistas. En realidad, me cago en todo. A mí que me dejen en paz. Salí a los tres años de la cárcel por buena conducta y por organizar la biblioteca presidiaria. Esa es mi venganza contra mi mujer: haber salido antes de tiempo y por buena conducta.

- No nos ha respondido, ¿cómo se atrevió a publicar? Sabemos que tiene dos libros en imprenta.
- Nunca he querido publicar. Detesto los egos artísticos, sobredimensionados e inflados en su gran mayoría. Sus egos son burbujas que, al menor punzón, explotan, y son de una hediondez insufrible. En realidad, yo he publicado por insistencia de un amigo que tiene mucha plata y no sabe cómo gastarla, y como él, ingenuo y culto, ha decidido formar su editorial, pues me ha publicado; nos hemos inaugurado los dos, para sonar maricón que está tan de moda por estos días. En ese sentido yo siempre he admirado a Eielson que nunca le importó demasiado la publicación, pero sí fue muy exigente en esa elaboración, lúdica y brillante, de sus textos. Quitándole algunas mariconadas en algunos de sus poemas, aunque hay algunas mariconadas que te hacen llorar, es un escritor brillante.

- A propósito de los escritores que admira, ¿podría mencionar alguno?
- Vallejo tiene la frente muy grande.

- (...) ¿Qué quiere decir?
- Que eres un imbécil. Siguiente pregunta.

- Podríamos tildarlo como un "escritor maldito", ¿se siente así y qué opina de esa etiqueta?
- Me da igual como me nombren. En todo caso, preferiría ser nombrado como "romántico".

- ¿Romántico?
- Sí, y amoroso. Creo que no entiendes nada, ustedes los estudiantes no entienden nada, solo entienden de computadoras, celulares y de tonterías así. Las etiquetas o rótulos tienen y no tienen importancia alguna, lo que quiere decir que no existen. Sirven en la medida de que delimitan un campo de estudio y permiten fijar ciertos espacios, pero a la vez, ya lo sabemos, la literatura que importa transgrede y traspasa esos límites. Ergo, es una buena huevada como cualquiera. Además de "romántico", podrías agregar que amo a mi mujer y la perdono por haberme enviado a la cárcel.

- ¿Perdonarla ella? Pero si usted fue quien trató de matarla...
- Solo quería arreglarle las tetas, ya lo dije. Ella sabe que yo soy el único hombre que la merece y ella es mi sol; sin ella, mi vida es una no-vida, es un día sin luz... Escríbelo así, por favor. Escribe también que desde que no me contesta el teléfono me meo en los pantalones y me duelen los testículos de tanto masturbarme. Ella sabe que sólo con ella se me para el pájaro, que no puedo tirar con otra, y que sueño todas las noches que vamos los dos cabalgando un hermoso caballo blanco por la ciudad, y ella se ve preciosa con ese vestido verde que le queda tan bien, y todos nos miran porque ya nadie cabalga caballos blancos por la ciudad, entonces nosotros son sentimos muy orgullosos y felices y reímos mucho de ser los únicos que cabalgan caballos blancos en la ciudad, dile eso por favor, díselo...

- De acuerdo, pero esto no es un confesionario. Nos interesa su trabajo literario.
- Qué carajos van a saber de literatura ustedes. En todo caso, esto es literatura, purita literatura. Malditos estudiantes, ustedes no comprenden nada. No importa, a la mierda esta entrevista, váyanse de aquí, jodidos cabrones...

- Lo sentimos. Tenga, bébase otra copa de este pisco, le hará sentir mejor, no quisimos ofenderlo, por favor no se enoje.
- (...).

- Solo queríamos entender ese lado "romántico" y "amoroso" del que usted habla...
- Bah, ustedes no pueden entender nada, jodidos insensibles, ustedes solo entienden de computadoras y redes sociales, toda esa mierda. En todo caso, soy romántico a la manera de Hemingway; o Adolph, para sonar más peruano, aunque ese apellido no tenga nada de peruano. Y ya sé que Adolph no nació en el Perú, qué se creen que solo los que estudian en una universidad tiene derecho a saber literatura, ah, cabronzuelos de poca monta...

- A propósito de las redes sociales, ¿qué opina de estas?
- No tengo nada que decir. Me parece una extensión más de la infinita estupidez humana.

- Pero no cree que ayudan a los nuevos valores y talentos a publicar sus trabajos, y que puede ser un medio alternativo de difusión literaria.
- A otro con ese cuento de los "nuevos valores y talentos". Todo está podrido. Medios de difusión siempre hubo y habrán. Alternativos u oficiales, todos están divididos y secuestrados por grupúsculos de poder que se creen dueños de su pequeña porción de la torta literaria. Se alaban entre ellos, se critican entre ellos, incluso se amargan entre ellos, luego se amistan entre ellos, se editan entre ellos, para volver a alabarse entre ellos, así funciona esa mierda. Yo creo que hasta tiran entre ellos y sus polvos huelen a complacencia de puta sin dientes. A mí que no me jodan con esos grupos literarios.

- ¿Se da cuenta de que todo le jode, y no tiene otra palabra para nombrar su incomodidad?
- Claro: podrido, mierda, putrefacto, nauseabundo, asqueroso, requeteconchasumadresco, sarnoso, mierdoso, vomitivo, pedorro, comemierdas...

- Bueno, bueno, ¿qué nos dice la nueva literatura peruana?, ¿le interesa?
- No me interesa. Más conozco de la nueva literatura peruana y más extrañó a mi mujer. Saben que cuando estaba en la cárcel me llamaba algunos días para preguntarme cómo me iba, lo hacía sin remordimiento pero con compasión, para preguntarme si me habían hecho daño, o si algún degenerado sidoso me habían violado, o si algún maldito me había apuñalado. Me gustaban sus llamadas, yo las atendía puntualmente y sin rencor. Yo la amo. Ahora, no quiere contestarme el teléfono, se niega, y eso me entristece y me amarga la vida. Mis dos libros van a estar dedicados a ella; si por mis libros hago que vuelva a mi lado, estaré satisfecho.

- No le interesa la crítica, el valor literario que pueda tener estos libros suyos...
- Vaya pedazo de cojudos que me han tocado como periodistas...

- Quiero decir, no creen que tengan alguna valía sus textos y cómo evalúa usted la crítica.
- La literatura que me interesa no existe. Así. Simplemente no existe. Escribo porque no sé mejor cosa que hacer, y porque siento que el lenguaje, ese lenguaje que nombra lo que existe y es, por lo mismo, limitado y limitante, me es insuficiente. Escribo para redescubrir el lenguaje, es decir para encontrarme. Sobre esto se ha escrito toneladas de literatura. Y que no se mencione a nobel peruano que dice que la creación literaria es su venganza contra la chatez de la vida, que es su modo de ser Dios, menuda cojudez... Cualquier verso de Pizarnik que habla del lenguaje, en su criptitud, vale diez mil veces más. En todo caso, yo busco decir lo que pienso, decirlo bien, ser exacto, expresarme y tratar de hacer lo mejor posible; lo que, finalmente, no quiere decir nada. Todo apesta.

- ¿Y la crítica?
- La crítica es la paja mental de muchos. Su semen inunda salas y salones literarios, de universidades e instituciones. Es un semen fresco a veces, y muchas veces rancio. Algunos lloran semen, otros moquean semen, otros lo babean. Todos lo beben. No importa, hay semen en cantidades oceánicas y así, claro, alimentamos la industria de esta vaina que llamamos escuelas literarias y todo lo que esto implica.

- Bueno, gracias por la entrevista, maestro.
- Nada de maestro. Adiós.

lunes, 20 de febrero de 2012

DIARIOS INFIELES



Ella toma el pasado en sus manos y lo agita hasta verlo desangrar. El desangre no importa si tienes fe en el momento, en el instante en que las sábanas son lechos de arena y el cielo nubes de polvo. Ella agita e introduce su dulce pasado para exorcizarse, para victimizarse por esos tabúes adquiridos, nunca bienamados y siempre adoloridos; ella agita e introduce su dulce pasado como una forma maldita de evocar su presente y su fe en las paredes viejas, los olores de madrugada y los bailes pegajosos; ella agita e introduce su dulce pasado para metamorfosearse en una libélula que recoge mieles con retóricas estúpidas y sabor de agrio vino y gemidos adelantados, como luna de primavera, como loba contra la timidez; ella se agita y se introduce en un cosmos para reconocerse con luz propia de vicios compartidos; ella se agita sin premura y se introduce con violencia en movimientos que imitan a los cuervos en busca de presa. Alimento de tardes tristes, memorias de pasados polvorientos y sol cegador. He victimizado mi piel dorada, mis testículos de acero y mis ojos de lagartija al sol para verla agitar e introducirse en ella misma en un narcisista acto de eliminación de fronteras definibles que se torna en suspiros de bruma, espanto, y también piel, uñas y poros abiertos. Como cuando camino a tu casa, mientras atravieso la ciudad para verte, pienso que me gusta… pese a que tu náusea y tu falta de fe me oprimen, pese a que tus confesiones al respecto me resultan terribles, fatales, inicuas; insanos atentados contra mi fragilidad; me gusta el vértigo de muerte que inyectas a la vida; te espero, sin embargo, no llegas.
Llegas tarde. Te espero aterida en la esquina de Canevaro, en la bocacalle donde hay un semáforo, y tres esquinas anónimas, deslucidas, que con sus muros oscuros y sus casas en penumbras, me sirven de referencia. Te espero en Canevaro, el lugar donde si alguien me lo hubiera mencionado el mismo mes del año pasado, lo hubiera fácilmente confundido con un penal. Y algo que no alcanzo a descubrir brilla en tus ojos cuando tocamos un nervio. Algo se libera en ti, algo que aliviana tu insano dolor. Llena de mentiras, falso confort, tremebundas y caprichosas razones, miedos petrificados por espanto y lleno de lugares comunes están hechos tu materia gris. No hay herramientas a disposición, sin dolor no hay salvación, sin salvación no hay razón para seguir, y sin razones para seguir hay mucho acomodo en perfumes, máscaras, estridencia y folclor bohémico. 


Inoportuno, me aferro al silencio, y soy el espectador involuntario de aquella bochornosa noche que parecía ser solo una más entre tantas de nicotinas y vinos baratos, fundidos entre lenguajes musicales y orales. Escuchar fue traducir y procesar aquellas imágenes mórbidas; una habitación oscura, paredes blancas, un cuadro sin marco; objeto vinculante: una cama para tres personas. A punto de dormir, algo me aterrizó a la vigilia: sonidos táctiles, roces friccionados y lúbricos de tiempos rítmicos y maratónicos; a centímetros de distancia en la que me encontraba, estaban tirando un polvo.


Ese tu caos que devela un mundo de flojas ataduras, de efectos absurdos y de promesas inciertas. Ese tu caos es el que me da terror y, paradójicamente, me otorga un sentimiento de libertad, de peligrosa libertad y también de desamparo absoluto. Esa manera tan tuya de asumir las circunstancias con insoportable estoicismo, esos arrebatos de amargura y rebeldía. Me gusta tu sentido del caos en el que nadas con total soltura, el caos que descompone las cosas en las que yo jamás he creído con convicción pero sí con mucha esperanza.


Pero te espero en la esquina, justo donde va a parar la diminuta y agrandada combi, con todos sus pasajeros incómodos pero cómplices. Te espero, otros también esperan. He intentado encender el cigarro, después de cinco intentos al fin lo he logrado. Un taxista me toca el claxon: me confunde con una puta o me enamora. No importa. Tu verdad es revelada como mentitas que uno lleva a la boca por reflejo, sin pensarlo dos veces y sin esperar compresión de largo plazo. No te importa, tus aflicciones han tomado otros caminos ya incrustados en tus manos, gestos, en tu lenguaje. No importa. La verdad está en otro lado, no lo sabes, ni te importa. Tu refugio toma aires enrarecidos, subterfugios de avenidas del centro de Lima, barajas con caparazón. No importa. El daño que importa está tan incrustado en un resquicio solitario y que aflora en tu ducha, en el techo, en los días en que abrazas tus libros, que caminas a paso decidido en busca del minuto que vendrá. No importa el desengaño, la sinrazón, la fe opiácea, las fotocopias sin anillar, o esos sueños muertos en otros tiempos, en otros brazos, en otros catres donde anidas liendres. No importa. Llegarás tarde. El puto cigarro se acabó en un abrir y cerrar de ojos, busco otro.

Y pienso que tal vez la literatura sea una forma de descubrirte; es decir, descubrirnos. En efecto, la literatura puede ser una tabla de salvación, una forma de soliloquio, o evasión, o búsqueda de otra paz. Difícilmente los guitarreos desafinados, largos y poderosos, y los teclados zumbantes puedan cumplir esa función exorcisante. La paz llega con esfuerzo: soledad, entrega y paciencia. Tal vez la literatura nos exija un poco eso, a veces de tanto pensarlo seamos víctimas de otra forma de vicio.

Tu pasión y tu dolor, lastiman, me lastiman. Esas sinceras concesiones que crees darme --nunca la sinceridad me supo tan amarga--. Qué son esas concesiones sino pequeñas muestras de un egoísmo grande y generoso, ridículamente magnánimo. Hacerme la loca para no interrumpir un momento inoportuno. Y suspirar una vez más cobardemente. Y qué son esas palabras de vulgar ternura al calor del sexo, qué son, sino pobres gestos de ternura. Y esa prudencia, ese silencio, que impones sin pedirlo con un gesto hosco ante cualquier muestra de cariño. Y esos otros gestos de agresividad, qué son, sino empeños inútiles por buscar una señal, esa que nos libre finalmente. ¿Llegará esa señal?, ¿llegó para alguien alguna vez?, ¿qué sendero nos está vedado o con qué mismos ojos seguimos cegados? Mis ojos te tocan desde lejos y temo ser más torpe y bruto de lo que ya soy, pero no me da miedo porque te cierto cercana y tenemos una confianza que violamos con cariño. La virtud de los desposeídos es hermosa. Mis ojos te tocan desde lejos y nos hermanamos en alguna calle de esta gran ciudad con algo de vino barato, largas y retóricas conversaciones, y esa esperanza ilusa de los mudos con corazón.

En el baño, a tres metros de distancia, las resonancias y gemidos se hicieron más excitantes y acalorados. El tiempo pasó, llenos de impotencia; me entenderán aquellos que de polvo solo conservamos los cremados cofres de las desilusiones. Pero bienaventurados los jóvenes de risas complacientes. Son bocinas del tráfico bohemio, es la luz verde del semáforo gris. Ríes como abrazándome, yo te abrazo como negándote, ella me niega como acercándome, yo me acerco para escucharte otra vez reír y ver la luz del otro lado de la luna.

Traes esa excitación nerviosa que también me pone nerviosa, tan tuya, esa confusión desenfrenada que parece como si todas las fuerzas del mundo pugnaran en tu cabeza y no encontraran mejor escape que enredarse en tu conversación, monólogo neurótico, y yo enredarme contigo.

COLABORADOR 2: POESÍA

Cesárea

Llevo el pecho
desnudo
porque en él llevo la muerte. 



La gravedad


Esta sed que se me cae de los ojos
No es flor de un día:
La conozco.
Ni bien, ni mal, ni bien.

Qué desastre comerme un pan
que una pobre rata
ha despreciado
Qué desgracia llamarle lunes
A un martes
Y a un martes llamarle nada,
Quedarme muda.

Esta sed, que se me cae
por todos lados,
Se ha vuelto tras la colina,
un pozo.
Esta sed moribunda, despreciable
Esta sed saciada
Saciadisima
Esta sed que se volvió sueño
Jornada laboral, huelga, juerga
Qué desgracia llamarle hambre,
Llamarle sed
¡Qué
sedienta 
desgracia 
beber!
 

martes, 7 de febrero de 2012

PRESENTACIÓN DE REVISTAS LITERARIAS EN EL CATRINA

El viernes pasado se reunieron en El Catrina varias publicaciones literarias de distintas universidades. Una sensación amarga e inconforme me quedó entre los labios. La amargura no es por la improvisada organización ni por el atraso; todo resultó, finalmente, bien. La sensación de amargura e inconformidad se dio por la cantidad de pelotudeces y lugares comunes que caen las publicaciones juveniles de literatura. Lo juvenil no es excusa para nada, tal vez un ligero atenuante (falta de experiencia, tacto, información), pero ni eso. Los jóvenes, que tan jóvenes no son, caen en facilismos, gratuidades, ingenuidad y poco sentido común. Con razón, las publicaciones de este tipo nunca duran nada, no llegan a seis números y su discurso, por obvio y patético, se cae a pedazos muy fácilmente.


Probablemente, Mutantres tampoco llegue a tener seis números.

Sospecho que lo juvenil puede ser sinónimo de ingenuidad y que en casi todas las publicaciones hay una suerte de amiguismo. Este amiguismo puede ser útil en el sentido de que juntan fuerzas, dinero, valentía, tiempo y comienzan a recopilar textos con algún criterio estético y de exigencia (en la medida de nuestras posibilidades) y publicar a gente joven, amiga, poco conocida pero con hartos ánimos de ver sus textos en papel impreso. Darles un eficiente diagramado y bonita impresión. Hasta aquí, todo bien. El problema es que cada grupo (si es que lo son, finalmente) quiere manejar y anunciar discursos, manifiestos, contar sus epopeyas, aventurillas de adolescente pajero, refundar una especie de Hora Zero, iconoclastías, y todas esas pajas. Pura cojudez.

¿Irse en contra de la Academia no es lo más "académicamente" más antiacadémico que existe? ¿Escribir con sangre, con huevos, con rabia, con el hígado no es la misma mierda de siempre? ¿Qué vaina con los manifiestos? ¿Y son dos, tres, más? ¿Qué postulado novedoso y anticapitalista ya no nos hemos comprado hace mucho? ¿Y tu novedad vale 5 soles? ¿Y tienes revista pero no tienes revista o publicación pero sí tienes un grupo?

Por siaca, no estoy hablando de calidad literaria, ni de los textos, ni haciendo juicios de valor. Los textos, como todos sabemos, se mantienen o se caen solos. No importa si están impresos a full color, en offset o fotocopiado en cualquier mugroso cuchitril. Nada de eso. Probablemente ningún texto de Mutantres resista al tiempo, ni de vainas. No importa, a Mutantres no le interesa demasiado escribir bien, sino plantear otra opción, arriesgar; evidentemente, se puede quedar en la pretención nomás. No importa, da igual. Mi reclamo no va por ahí. Nadie se va ufanar ni caer en la cojudez de mi texto es mejor que el tuyo.

En fin, hay que dejar de mirarse el ombligo y desahuevarse de una buena vez.