Este año comenzamos con un nuevo proyecto. El de mantener un diálogo con escritores que tienen poca repercusión en los medios (por ser poco conocidos, por ser poco mediáticos, por ser malos, o muy buenos, por distintos motivos). Comenzamos con Armando Alzamora (Lima, 1982) que acaba de publicar su primer libro Un perro yonqui y otras mentiras leves (Paracaídas Editores, 2012). Hablamos aquí sobre este libro, sobre el Movimiento Egoísta, sobre los distintos colectivos jóvenes literarios, entre otras cosas. Para que la entrevista y su imparcialidad no quede en entredicho, quiero advertir que conozco a Armando desde antes de la publicación de su libro, hemos participando en algunas mesas redondas y presentaciones de nuestras revistas en distintos lugares, en Huancayo por ejemplo. Nos une una breve amistad y muchas cervezas. Va pues. (Por Jorge Castillo)
- Armando, hablemos sobre un poco sobre varias
cosas, comencemos por la publicación de Un perro yonqui y otras mentiras leves,
¿cómo así te decidiste publicar o cómo
supiste que era el momento justo de publicarlas?,
¿hay un momento justo?
- No sé si haya un momento
justo, en mi caso fue casi un impulso, hace más de un año atrás. Pero entonces
yo no tenía un libro orgánico, solo un puñado de textos que decidí mostrarle a
un editor para hacer una selección. Ni siquiera tenía un título pensado para el
libro. Ahora, coincidentemente creo que comenzó una etapa algo prolífica en la
que escribí nuevas historias que fui sumando paulatinamente al corpus inicial.
Por esa razón, desde mi decisión hasta la publicación ''definitiva'',
transcurrió casi un año, porque al no ser un proyecto constituido, sino una
muestra, siempre iba agregando y quitando cosas, tratando de mejorar el
resultado final. Fue así como llegamos a la versión que se publicó. Debo
reconocer también las aportaciones de mi editor, quien supo encontrar
características similares en mis textos y los organizó. Hubieron textos que
quedaron fuera no por su calidad, sino porque no encajaban con la idea que ya
veníamos trabajando. Entonces, respondiendo a tu pregunta, ''el momento justo''
llegó un poco del impulso, de mi obstinación por aportar nuevos relatos y del
trabajo de mi editor: Un perro yonqui en la conjunción de esos hechos.
- Entiendo. "El momento justo" que responde
a un impulso no es fácil encontrar, a veces son quimeras.
¿Eso también te pasa en el momento creativo?
Es decir, te lanzas a escribir un texto con ese impulso inicial sobre la hoja en blanco o es, más bien, algo
planificado, con apuntes y eso, ¿cuál es
tu caso?
- En los mejores casos, es
totalmente impulsivo. Creo que mis mejores relatos son los que siguieron ese
impulso. Por ejemplo, el cuento del perro yonqui fue totalmente impulsivo. No
fue fácil culminarlo, pero su origen surge del impulso. En cambio, los cuentos
que pensé más, demoraron en salir, a veces meses, y pocas veces quedé contento
con el resultado. Ahora mismo llevo escribiendo un cuento que me ha tardado más
de un mes. Tengo la historia en mi cabeza desde el comienzo, pero no logro
encontrar la manera de concluirla, siento que el fondo sobrepasa a la forma, es
una situación terrible porque se convive con la certeza y la
incertidumbre.
-Puede inferirse, entonces, que te interesa el primero
impulso. Lo que te mueve en un primero momento
pero, como bien lo haces notar, hay veces
que cuentos que te exigen más de la cuenta. Me gusta esa tensión que te exigen algunos cuentos. ¿Qué te hace seguir más
y apostar por ese cuento y no tirarlo
todo a la mierda?
- Es complicado. Hay
cuentos que uno escribe de una sentada, luego solo se dedica a corregir. Hay
otros, como el caso del perro, que uno tarda porque, si bien el impulso te
llevó a concebir una forma adecuada para relatarlo, no sabes exactamente cómo
concluir esa historia, es la razón por la que demoré diez días en hacerlo.
Finalmente, tengo casos de cuentos cuya idea me obsesiona por días, pero no
parten del impulso, sino de cierto proceso racional que me exige buscar la
forma adecuada para transmitir esa historia. Es en estos casos cuando muchas
veces uno termina, desalentado, mandando todo a la mierda o enterrando el
cuento quizás por años hasta que se pueda reescribir desde otra perspectiva.
Creo que el cuento ''Turbación'', que sale en el libro, se dio de esa forma.
- Curiosamente "Turbación" es un
cuento que tiene, a diferencia de los otros, una relación más bien con
lo fantástico: confusión con lo real-irreal,
neurosis, sombras, fantasmas, sueños que se entremezclan con la realidad. ¿Cómo explicas esto?
- Porque es un cuento que
surge a raíz de un sueño que tuve, hace muchos años. Básicamente, el espíritu
del cuento me lo susurró el reflejo de mi padre en mi sueño. Fue como una
revelación. Pero no lo escribí de inmediato. Viví durante mucho tiempo con el
recuerdo del sueño rondándome hasta que me decidí a redactarlo. Es un cuento
que debe tener unos ocho años por los menos. Y creo que el universo que allí se
refleja, con todo el caos y la neurosis que trae, parte de la memoria que
conservo del sueño. Es ése el origen.
- Es curioso lo que dices porque en el
psicoanálisis, como sabes, gira en torno a la figura del padre,
el falo. Diga lo que diga el gran poeta
Hinostroza, siempre he creído que los psicoanalistas han vendido "cebo de culebra". Y aquí, ya que has
mencionado a tu padre en particular,
podría ser que la literatura, la creación, sea una especie de catarsis edípica, una forma de curación. No creo
que nadie se cure, pero tú estás bien
sanito ¿no?
- Jajaja. Pues no creo,
pero debo confesar que a veces he escrito inspirado por grandes aflicciones. El
caso de este cuento es evidente. Pero hay más. Igual, detesto cuando escucho a
un escritor decir que escribe para liberar sus demonios, me parece una
impostura, una completa falta de sinceridad. Uno escribe sobre cosas que lo
perturban, es verdad, pero pueden ser cosas que jamás nos ocurrieron, como una
especie de fijación por hechos ajenos o insólitos. Entonces no siempre
funcionaría de esa forma, como curación, como una sesión psicoanalítica.
- De acuerdo. Esperaba que me dijeras que eras
un bigotón feliz: Yo agarraba mis cuatro textos,
hacía un pira y me prendía fuego a lo bonzo.
Pero mejor, volvamos al libro. He encontrado que el libro gira en torno a ciertos tópicos recurrentes: los personajes
de tus libros, desde el buen Maty hasta
el de “La mujer en la ventana”, son seres que juegan entre la locura, la irrealidad o la búsqueda de estados irreales (proporcionados por drogas o por el alcohol),
el enajenamiento, el dolor, la
marginación, la soledad. Esto está muy marcado en tus cuentos, no son sugeridos son explícitos. Siento que
es, en el fondo, el corpus de tu ideal de
escritor ¿no? ¿Por qué?
- Mmmm. Pues no sé qué
responder, salvo que he visto muy provechoso para mi escritura penetrar en esos
espacios donde la marginación, el tedio, la locura y los excesos hacen mella.
Es algo también que uno ve en el día a día, solo que muchos no lo advierten.
Hablaste del cuento ''La mujer en la ventana''. Ese texto es una estampa, la
mujer existió y yo la veía cuando salía borracho de los bares aledaños,
escondida en su covacha. Me causó una profunda impresión. Pero estoy seguro que
pocas personas repararon en ella, se preguntaron por su vida. Ese tipo de
situaciones están expuestas, intento reflejarlas, a veces con prosas breves que
puedo escribir en un cuaderno o en mi celular, pero nunca lo hago de manera
objetiva, sino marcando una distancia entre el objeto y mi relato; en ese vacío
intento imprimir una atmósfera que se puede identificar, como lo has dicho, con
cierta irrealidad o extrañamiento. Disfruto haciendo estas descripciones de lo
abyecto. Pero no es para nada una emulación a la “beat generation” o a Bukowski,
como algunos creen suponer. Me siento distante de estos escritores.
-Ya, pero hay, creo, en general, una idea en la
recurrente referencia a personajes que son locos,
perturbados, drogos, borrachos, románticos,
enajenados... Yo creo que todos estos podrían contener en sí mismas características que también tendría un
escritor. Un escritor tal como tú
idealizas, como tú, tácitamente, imaginas.
- Sí. Son, en todo caso,
las características de seres que abrazan intensamente aspectos distintos de la
vida, aspectos ajenos a las cosas concretas. Sus pulsiones son bastante
idealistas. Pero muchos de nosotros hemos sido esos románticos enajenados,
escritores o no. Finalmente gana el pesimismo. Esto que digo explica muy bien
por qué puse ese epígrafe de Onetti (algunos no lo entendían) en que termina
diciendo que la gente, con los años, deja de creer en las cosas maravillosas y
absurdas como el amor.
- De acuerdo. Ese epígrafe de Onetti es muy
hermoso. Ya hablaremos de él más adelante. Hay otro tema
recurrente: la ternura. Uno no podría leer
"Un perro yonqui" sin pensar en ello. Una ternura animal, lo que
mueve al dueño de Maty es precisamente su amor
desmedido por su mascota, a la que quiere
a pesar de todo. Es tierno eso. ¿Cómo ves eso?
- Creo que es parte del conflicto que llevan los personajes. Al fin y al
cabo, pese al pesimismo, al arrebato, al desenfado, son personajes que sufren,
empáticos, y manifiestan esas tensiones a través de la ternura, cuando se
quiebran. El cuento de ''La mujer en la ventana'' también posee esa
característica a mi parecer.
- Sí. Es que creo que la ternura no es un
sentimiento aislado, puede asimilarse, creo, perfectamente
con otros. Acaso, en un principio, dispares
o contrarios. No es raro escuchar muchas veces en canciones o en textos "violenta ternura", "cruel
ternura"; aunque, a veces, son lugares
comunes. En fin. Noto en tus textos un interés por la frase correctamente escrita, por enmarcar bien el tono del
cuento a partir de la misma sintaxis, la
corrección y la sintetización de las frases. Me parece que huyes del palabreo, el lirismo y buscas la frase exacta,
la palabra justa. Creo que es tu mejor virtud.
Donde mejor se nota esto es, a mi
parecer, en los cuentos que más me gustan "Un perro yonqui", "Frontera" y
"Tautología", sin que los otros prescindan de esos detalles. ¿Lo ves así?
- Mencionaste
''Frontera'', que es un cuento del que nadie me habla, pero que yo aprecio
bastante. Es el típico cuento escrito por impulso, que surgió por un comentario
en el facebook. Algo similar ocurre con ''Tautología''. Curiosamente ambos
cuentos fueron incluidos casi al final. Creo haberlos escritos entre julio y
agosto de este año. Sobre lo que dices, no sé si huya del lirismo, creo incluso
que lo busco, pero lo digo en el sentido de que intento buscar una cadencia, es
decir, cierta ilación que articule palabras, frases exactas, para luego
desechar excesos que dificulten, traben la lectura. Es un proceso muy jodido y
hasta interminable. Releyendo mi libro veo que hay cosas que podría haber mejorado.
Quedará para la próxima.
- Mi pregunta se cae de obvia: ¿buscas la
perfección? Ciertamente, al cuento se le exige perfección,
sincronía total, una esfera borgeana, le
dicen. Pero sé que a ti, también, te gustan escritores más imperfectos como Aira o Adolph o Cucurto. ¿Cómo ves
esto? Quiero decir, la imperfección
parecer ser que se ha convertido en una abominación.
Me puedes acusar de mediocre, si quieres, pero creo que esa perfección me parece casi sólo un guiño, una
aproximación. "El cielo es el límite",
dicen. Qué sería el infierno, entonces.
- El infierno se ve a
diario cuando uno descubre nuevas publicaciones donde solo prima el deseo de
dar a la luz lo que se hace bajo el criterio del figuretismo, y peor aún,
cuando esos autores caen en manos de editores irresponsables que solo quieren
llenar sus bolsillos y no son capaces, primero, de ser sinceros con el autor
respecto a su obra ni, segundo, de dignarse a corregir, formar u organizar
dicha publicación. Es el lado oscuro del fenómeno de las editoriales
independientes. Creo que estamos bombardeados de esa literatura basura, y
también de los egos de quienes la escriben, los que al parecer no tienen ni
idea de cómo diferenciar la literatura de la mierda. Quizás llamar ''infierno''
a eso sea una exageración, pero es más o menos lo que pienso. Sobre los autores
que mencionas, jamás recuerdo haber mencionado que admiraba a Adolph o Cucurto.
De Aira sí he hablado, pero no es que lo admire demasiado, sino que hubo una
novela que me sorprendió, por lo experimental; inmediatamente lo relacioné con
una tradición narrativa que puede rastrearse en Pablo Palacio, Juan Emar o
Macedonio. Eso me gustó. Y sobre la perfección, no sé, yo siento que privilegio
siempre la forma sobre la historia, ésta incluso puede no tener ninguna
relevancia, pero la forma en cambio es la que convierte esa irrelevancia en
trascendencia. Pienso por ejemplo en un cuento de Walser llamado ''Paganini'':
su historia es tan simple, pero la forma en que describe las sensaciones de los
espectadores que escuchan el violín es maravillosa. Ese cuento es la
perfección.
- Una cosa que no quisiera dejar de mencionar
es una de las características de tus personajes con el mundo que
los rodea: están malditos. El poeta loco,
el neurótico, el miserable, entre otros. Tus personajes no se convierten, por virtud de la fortuna o el azar, en
malditos, ellos ya lo son. Su cuerpo los
contiene. ¿Ves esto así?
- Ellos son consecuencia
de su entorno. Algunos, como en 'Frontera'', lo rechazan decididamente,
escapan. Pero sus actos, ya sean de rebeldía o resignación, son siempre el
resultado de un contexto que los oprime. Quizás en esa búsqueda mía afloren mis
influencias literarias, claro que también está lo vivencial, pero no todo lo
que relato tiene por qué tener un referente real.
- Quisiera comentar algunos cuentos y me dieras
tu opinión sobre ellos. El cuento "Un perro
yonqui" es el cuento más largo del libro, hay otros muy breves que podrían ser microcuentos. "Un perro
yonqui" es creo el cuento más
ambicioso de todo el libro. Aunque las referencias
al uso y abuso de drogas es recurrente, se trata de un cuento sobre el amor y la ternura. ¿Qué opinas?
- Empecé escribiendo la
historia un poco en son de broma, pero luego fue imprimiéndole características
que iba descubriendo conforme la escribía. Quizás al principio quería que sea
una historia brutal e irónica; finalmente fue más bien conmovedora, aunque con
su cota de humor negro. Hace poco ya pensaba en nuevas perspectivas, relecturas
que vislumbraba y me parecían pertinentes. Una de ellas, por ejemplo, es que es
un cuento de denuncia. Vemos que Maty intenta escapar de la apatía cotidiana a
través de las drogas, pero su entorno no entiende estos mecanismos
''atípicos'', intenta reprimirlos. Entonces el Centro de Rehabilitación Mental
para Perros aparece como la institución represiva que acabará aniquilando la
individualidad de Maty hasta matarlo. Esta lectura me pareció interesante,
porque hay una tensión subyacente: mientras que el amo cree actuar bien,
hacerlo por amor, en realidad termina arrojando a Maty hacia la destrucción
definitiva. De ahí el desenlace trágico que conmueve. Pero son ideas que no las
desarrollé de manera consciente, las descubrí después.
- Pero Maty existió ¿verdad? A propósito, ¿cuál
es tu relación con las drogas sintéticas?
- Maty existe, pero no
tiene esos hábitos, en un perro medio loco solamente, por eso su actitud me
inspiró el cuento. Sobre mi relación con las drogas sintéticas, es muy poca,
probé algunas de ellas un par de veces con fines experimentales, pero no más.
Fue una experiencia positiva.
- Ja. Me causa gracia que digas
"positiva". En el cuento "Mujer en la ventana" hay también, como en "Un perro yonqui", una
solidaridad con los desposeídos, locos,
miserables, apestados. Sospecho, mi querido Armando, que su corazón es más noble de lo que cree, y que importa más
que esas máscaras de dureza.
-Yo escribo sobre muchas
cosas que me pasaron o que siento, pese a declararme en contra de ciertas
propuestas literarias comprometidas con el contexto social, no dejo de sentirme
profundamente desencantado con nuestra realidad, eso se evidencia de alguna
forma en lo que escribo, los que alguna vez me acusaron de querer solamente
escribir ''bonito'' y sin un trasfondo tienen su respuesta en ese libro.
- En el cuento "Muerte de Jesucristo en
Los Barracones" narrado a modo de crónica periodística o parte
policial es texto duro y crudo. Me gusta;
sin embargo, a mí no me gustan los "ganadores" y aquí ganan la
banda de los nieszcheanos "Los
Superhombres", ¿por qué ganan ellos? ¿Es
esta tu visión de la humanidad poscristiana?
- Jajaja. Es buena
pregunta. No sé qué responder. Pero definitivamente es un texto provocador por
el que seré recordado como hereje. Bueno, es así, es un cuento crudo cuyo único
fin, en su momento, fue el de incomodar. No estaba muy convencido por ese
texto, pero muchas personas me instigaron a su publicación. Veo que fue para bien.
Sin embargo, no creo que refleje mi visión de la humanidad postcristiana, ni de
nada parecido. No sé si tú veas eso, pero yo particularmente no veo más que una
provocación bastante descarada.
- ¿No te pacere que en el cuento "Vida y
muerte del poeta" la imagen del poeta es muy estereotipada?
- Peor que eso, es el
destino triste de muchos soñadores sin fuerza. Pero el estereotipo al que te
refieres es uno que solo existe entre poetas, uno que quieren emular. No creo
que una persona ajena al mundo literario tenga esa imagen de un poeta. En todo
caso, también es una visión muy particular, la dedicatoria del cuento lo
expresa todo.
- Creo que "El tiempo invisible" es
un cuento extraño dentro del corpus de tu libro; es decir,
los personajes ahí son seres anodinos, mediocres,
Alarcón, Elita, todos ellos son seres grises. En la parte final, Alarcón, tal vez en su único minuto de lucidez,
nos permite tener un visión más conjunta
del texto y completa de lo leído anteriormente.
Pero este cuento escapa, más bien, a las características
de otros personajes del libro. ¿Lo ves así?
- Sí, y es un cuento que
entró sobre la hora, en reemplazo de otro más bien clásico. Siento aún así que
es un cuento inacabado, escrito hacia fines de agosto. La idea la tuve muchos meses
atrás y la pensé al ver a una señora que recordaba de mi infancia, ya anciana,
del brazo de su hija, tal como las veía años antes. Me forcé mucho a escribir
ese cuento. No sé si logré lo que pretendía, pero más significativo para mí es
que utilicé a un personaje que también aparece en otra historia, más larga,
ambientada en el mismo espacio y con una atmósfera similar. Podría decirse que
ese cuento es una muestra de otra propuesta.
- De acuerdo. Hablemos de otras cosas. Sé que
tú y unos amigos han fundado, hace un tiempo, el
movimiento EGOísmo. Hay gente, creo estúpida
o malintencionada, que no ha entendido bien. ¿Podrías explicarlo breve y
conciso?
- Sí, es posible que no
nos hiciéramos entender al comienzo. EGOísmo surgió hace algunos años, el 2009,
en las redes sociales y en las aulas de la universidad Villarreal, pero tiene
su germen en un encuentro de poesía llamado “Cielo Abierto” que congregó a
varios artistas de diversas partes, todos muy jóvenes. Recuerdo de esas
conversaciones, nuestras críticas hacia cierto molde o estereotipo que pretende
imponer el mercado global. Esa ha sido la raíz de nuestros manifiestos, de las
ideas que modestamente defendemos. ¿Y qué defendemos? Un arte que rechace el
colonialismo estético, que parta más bien de la individualidad, del egoísmo,
no de una solidaridad con los receptores del arte pues eso sería, para
nosotros, la perversión de la obra. No hay más, de eso trata.
- ¿Quién pretende colonizarlos?
- Un sistema sutil y opresor.
Creo que las formas vienen ya digeridas a nosotros, es más, nos condicionan a
crear de tal o cual modo. Ni siquiera quiero referirme a las editoriales
trasnacionales donde eso es más que evidente. Hablo de instituciones como la
escuela o los medios de comunicación que parecen funcionar bajo los mismos
rigores de la producción en serie. Pues bien, eso también ocurre con el arte.
No es que a alguien le interese específicamente controlar el arte, sino que en
estas sociedades todo es producto, mercancía, se crean valores para que la
mayoría los asuma. Su axiología es totalmente retorcida, porque priva de
posibilidad a quienes producen fuera de esos márgenes. A esas personas no les
queda más que perdurar en la memoria de unos pocos, para el resto son orates,
ociosos, inadaptados. Date cuenta que esto escapa al plano del arte, hablo del
individuo que no puede desarrollar más capacidades que las requeridas.
- Ya. Precisamente, para jugar un rol
contrahegemónico, en distintos lados, universidades por ejemplo,
hay grupos literarios; por las redes sociales
se generan, ocasionalmente, debates o polémicas. La mayoría estúpidas e instrascendentes; sin embargo, creo que
también nos permite tener un panorama de
lo que la gente escribe, pretende o ambiciona.
Ya que tú eres un asiduo habitué a
las redes sociales, ¿qué crees de esto?,
¿tiene alguna utilidad o es puro hueveo?
- Tiene utilidad, por
supuesto, es un espacio con mucha más interacción. No me imagino cómo eran los
debates en otro tiempo, pero el nuestro nos da esta facilidad. El problema es
que como cualquiera accede, también cualquiera puede opinar y decir lo que
quiera. Es su derecho, claro está, quieren sentirse parte. Pero no por ello
desvirtúo los debates en facebook. Se puede ser muy alturado, se puede incluso
crear conocimiento a partir de ideas conjuntas. Lo demás no deja de ser hueveo,
es la versatilidad del facebook.
-Yo tengo mis prejuicios. Nadie en su sano
juicio podría decir que un debate o la polémica en torno a
una idea pueda ser inútil. Hablo, sin embargo,
de la cantidad de tonterías y estupideces que se filtran como crítica. Tengo la impresión de que las redes sociales,
a favorecer la "inclusión",
permite que muchas veces se incluyan distractores y payasos. ¿No crees que estemos en pañales todavía en
el sentido de darle un real y útil
sentido a las redes sociales?
- Es
lo que dije. Además, veo que el facebook se creó principalmente para
distraernos. De ahí a que muchos armen foros de debates, negocios, álbumes
pornográficos, movimientos literarios, ya es cuestión del perfil de cada
usuario y su círculo de amigos. Es inevitable, en todo caso, tener a los
payasos. Pero lo que da más pena es cuando un escritor, es decir, se supone
alguien ''culto'', se comporta como un troll que se dedica a joder con poco
argumento y apelar a la falacia, a atacar la vida privada de la gente.
-Yo
creo que las redes sociales sirven de poco sino se tiene, previamente, un
trabajo físico, real, que sustente un propuesta, como por ejemplo, la revista Mutantres
que editamos con unos amigos. ¿Cómo va y para cuándo sale el nuevo ejemplar de
EGO/ísmo?
- Espero que salga para enero, ya tenemos el material y
he empezado a diagramar. Hay básicamente dos secciones: una de ensayos, y otra
de artefactos. Entre los ensayos es interesante el texto que publicamos de un
grupo mexicano llamado la Mascarada Libertina, se trata de su manifiesto. Por
el otro lado hay algunas colaboraciones nuevas, de personas a la que uno
recurre por recomendación y va descubriendo. Hasta ahora no hemos lanzado una
convocatoria abierta. No sé si lo hagamos después. Confío en que este número
será mejor que los tibios intentos iniciales.
- ¿Y
qué piensas de las otras propuestas colectivas de literatura? Me refiero a las
relativamente jóvenes, que editan revistas, plaquetas y organizan recitales,
etcétera.
- Pues básicamente conozco tres: la de ustedes, los
Mutantres; la de Estereograma; y la de Tajo. Con ustedes conversamos bastante,
es más, me interesa el tema de la hibridación, porque fíjate que si bien mi
libro aparentemente es de cuentos, muchos de los textos que contiene no lo son
estrictamente, son más bien textos en prosa, relatos que tienden a la
introspección, a la descripción etérea. No me considero un narrador a carta
cabal, a veces siento que soy más un poeta frustrado, y en esa disyuntiva es
que concibo textos híbridos. Así que concuerdo en ese punto con ustedes. Es una
forma de escapar a los moldes, ¿no es así? Luego no podría decir más, quizás
les falte orientar más ese ímpetu de crear controversias y dirigirlo a un mejor
desarrollo de su propuesta sobre la hibridación, es decir, la praxis. Estereograma
es bastante interesante, una revista cuyo formato es atractivo, tanto en la
parte material como en las ideas que exponen. Me gusta que le den cabida al
ensayo, porque no llega a ser una revista extremadamente formal, como las de
crítica, sino que abre espacio a la creación, a la libertad artística, pero
siempre orientadas a la reflexión. Creo que de todas es la mejor. Sobre Tajo, he
conversado bastante con Julio Barco, uno de sus promotores. Me parece un
refrito de Hora Zero, pero el problema principal es su actitud iconoclasta que
linda con la idiotez. Buscan enemigos donde no los hay. Quizás sea su manera de
sentirse importantes literariamente, valiéndose de lo extraliterario. Sobre su
propuesta, debo decir que no la comparto, siento que están más interesados en
acercarse a la gente que en desarrollar una poética consecuente. ¿Por qué,
necesariamente, debo buscar que las personas se identifiquen en mi literatura?
Yo pienso que uno no hace literatura para denunciar o buscar que una clase
social se reconozca en nosotros, uno escribe principalmente porque tiene una
extraña tendencia hacia la fantasía y el ensueño, porque la realidad es imperfecta
y necesitamos complementarla a través de la imaginación. Yo no pretendo que el
señor que vende pan o una prostituta me entiendan, porque eso sería limitar mi
imaginación a las necesidades del otro. Me parece una propuesta bastante
limitada que lamentablemente tiene mucha acogida por ser ''democrática''. No me
extrañaría verlos algún día en un comercial de Claro o Movistar junto con
Tongo, bailando y recitando décimas. Finalmente, conozco también a los
colectivos TXT, Este Puerto Existe, Plumanegra, Parasomnia, entre otros, pero
no puedo opinar mucho al respecto. ¿Tú qué opinas?
- Yo
creo que la mayoría de colectivos literarios tienen un fin sensato; es decir,
juntar fuerzas y hacer que el proyecto se difunda, se manifieste. Organizar
colectivamente cuestiones de este tipo es algo lógico. Las búsquedas son
colectivas pero los encuentros son siempre personales. Entonces, grupos
literarios sirven en ese sentido. Yo no entiendo demasiado a los grupos
literarios, excepto como cuestión organizativa. Eso de gritar peroratas en
conjunto me parece patética. Creo que los Tajo son entusiastas y algo más. No
mucho más. Da risa porque hasta vídeos tienen donde se sienten (se supone) que
tienen trayectoria. En el fondo, con algo más de elegancia, son el grupo sanmarquino
Ónice que tanta ganas de autobombo tienen que se reeditan ellos mismos. En fin,
así estamos... Te propongo algo, Armando: formemos un tribunal de la
inquisición revistera literaria y mandemos a la guillotina a esos hueveras:
Tajo a la guillotina, Ónice a la guillotina, así, toditos van desfilando en
fila india, a EGO/ísmo lo mandamos a la hoguera o al paredón de fusilamiento,
tú eliges...
-Jajaja. Es exagerado, en verdad, solo es mi opinión,
puedo estar equivocado o ser un perfecto ignorante en el tema, así que no puedo
fungir de inquisidor de nadie. Mejor sigamos.
-
Aguafiestas. Sigamos. ¿Qué lees por estos días?
- La
vida breve de Onetti. Antes estuve leyendo Tropismos de Saurrate,
algunos relatos de Felizberto Hernández, una novela de Jan Otcenásek, Bolaño,
básicamente eso en esta última época del año.
-
Onetti es un grande. La trilogía sobre Santa María se inicia, precisamente, con
La vida breve. ¿Qué es lo que te
atrae de él? Cuando pienso en algunos ambientes que recrea tu libro de cuentos no
puedo evitar relacionarlas con esas atmósferas pesimistas y desencantadas que
Onetti siempre le imprimía en sus textos.
- No solo la trilogía, también otras novelas
breves y sus cuentos. La verdad es que hay muchas cosas que me atraen de él,
pero principalmente su actitud como artista, tan ajeno a la moda editorial, tan
dedicado a la concepción de su estética particular. Me atraen además sus
personajes, todos siempre fracasados, oscuros antihéroes. También me atraen la
diversidad de técnicas y perspectivas que emplea al narrar, esa capacidad para
construir narradores cuya posición respecto a los hechos permite al lector una
comprensión inesperada. Y ni qué decir de su estilo, ''crapuloso'' por citar a
Vargas Llosa, y yo agregaría sutil, de una precisa adjetivación donde hasta el
exceso pasa como virtud. Y sí, definitivamente me siento muy influenciado por
esas atmósferas desencantadas y pesimistas, aunque es curioso que lo digas, es
decir, salvo de mis amistades cercanas que saben de mi devoción por Onetti, he
recibido todo tipo de críticas sobre mi libro, pero pocos, por no decir nadie,
me han hablado de influencias que se evidencien.
-¿Qué otros escritores crees que te
influencian?
- Hay escritores que siento que asimilé, no exactamente en ese libro, sino
en general, por ejemplo Sábato y Rulfo: Sobre héroes y Pedro Páramo son novelas
referentes para mí hasta ahora. Luego hay autores latinoamericanos que más bien
forman parte de otra tradición, mucho más experimental, autores de vanguardia,
entre los que destaco a Macedonio Fernández con su Museo,
Felisberto Hernández, Juan Emar y Pablo Palacio. No estoy afirmando que tenga
sus influencias, pero sí que sus propuestas me entusiasmaron bastante. Otro
referente para mí es Faulkner, él representa un universo narrativo fascinante.
No creo haber asimilado algunas de sus virtudes, pero como lector me siento afortunado.
- De acuerdo. ¿No crees que uno es víctima de
sus influencias? Quiero decir, que uno no es muy consciente
de qué obra sobre ti, qué lecturas pasan,
sin querer, y se filtran en nuestro texto. ¿Eres consciente de eso? ¿Te preocupa?
- No me preocupa en lo
absoluto. Si ocurre como tú dices, de manera inconsciente, me parece perfecto,
porque es inevitable que tu mitología personal aflore de una u otra forma.
Mientras lo que se vea sea una asimilación, una mutación de las influencias y
no una burda imitación, me parece que se está en el camino adecuado.
- Ya. Vamos terminando. Has incursionado también
en la traducción. Has traducido, si no me equivoco, a
un poeta brasileño. De esta parte del continente,
creo que la literatura del Brasil ha sido, en buena parte por el idioma,
poco conocida. Y me parece que tiene una
literatura riquísima. ¿Tienes un afán por
hacernos conocer esa literatura? ¿Cómo así surge esto?
- Va a sonar gracioso lo
que voy a decirte, pero mi relación con la literatura brasileña comenzó por una
mujer. Ella vivía en Brasil y yo quise aprender portugués para sorprenderla. Lo
curioso es que me fue bien por partida doble, es decir, con la chica y con lo
que descubrí en mis lecturas en el tránsito de aprender el idioma. Y sí, creo
que hago traducción porque me gustaría acercar a la gente la literatura
brasileña, ya que posee autores de la talla de Machado de Assis, Euclides Da
Cunha, Lispector, Guimaraes Rosa, Drummond de Andrade, Cabral de Melo Neto,
etc. Me parece increíble que siendo un país tan cercano, culturalmente solo lo
conozcamos de manera superficial. Igual, la traducción no deja de ser una
traición, lo ideal sería que podamos aprender el idioma para leer una obra tal
como se concibió. Actualmente hago traducción como parte de un proyecto
editorial que viene concretándose. Mi deseo es continuar con este trabajo
porque lo disfruto.
- Interesante. Felicitaciones por ello. Es
curioso los senderos en donde nos puedan llevar una
chica. Comienza un nuevo año y publicaremos
esta entrevista como regalo para todos los lectores de este blog. ¿Qué deseos y planes para este año?
- Seguir en lo mío,
terminar un par de proyectos literarios que tengo inacabados, solo eso,
escribir, de eso se trata. Y sobre mi editorial, concretar también lo que nos
hemos propuesto respecto a las publicaciones. Espero que ustedes también sigan
publicando su revista y escribiendo. Nada más.
- Una pregunta más para despedirnos. Quisiera repetir esta entrevista con otros escritores poco conocidos, ¿a quién me recomiendas?
- Mmmm. Pues hay de todo, principalmente poetas. De los que he leído este año, me gustó Luis Boceli, Víctor Vimos, Christian Briceño, Enrique Beó, Edgard Saavedra; en narrativa tal vez Efer Soto; en teatro, Max Pinedo. Algunos son autores nuevos, otros no tanto, pero creo que sus obras ya poseen una propuesta coherente que sería interesante atender. Deben haber muchos otros, es cuestión de indagar.
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