Cusco, tienes hambre, carajo.
Y tus poetas y pintores y pintoras y músicos de rock parecen
gritar: I love the way we are. Incas no more, please, incas no more.
En francés. O mejor en israelí.
“I am a revolutionaire artist ―but these cusqueian cholos are too
far away to understand my work”, diciendo hacen videoartes y halagan y lamen,
lamen, lamen, lamen, lamen, lamen, lamen, lamen. Porque nos hemos olvidado, o
nos han enseñado a olvidar, que hablaríamos todos quechua, si es que al “primer
mundo” no se le hubiera dado la gana de hacernos una broma (un chascarrillo) en
la que estúpidamente ―día a día― caemos. Como cuando cae una gotera infinita
sobre un bloque de concreto ensangrentado.
Pero, Cusco, quién dice que todo está perdido, yo vengo a ofrecer
mi corazón.
Yo toco sus cuerpos cuando sostengo el aire o salto en un pie o
doy una vuelta con los abrazos abiertos.
Yo toco sus cuerpos porque amo. El alma galopa, baila. Las
costillas son tambores. La espalda es un tambor.
Y amo tanto, carajo, que podría encender esta noche entera. Pero
amo tanto, que no quiero espantar a los letrados –que son monos, que seguro
explicarían el fenómeno de mi amor luminoso a través de ecuaciones.
Porque, Cusco, nos hemos olvidado, o nos han enseñado a olvidar,
que el mundo se entiende de otras maneras. Nos han pintado en la boca con
brasas “supersticiones”, “creencias”, “brujerías”. Nos han enseñado a sentir vergüenza de
nosotros mismos.
Imitamos mal.
Imitamos mal.
Y todo lo vendemos.
Cusco.
¡Que me envuelvan las fibras de luz! ¡Que se me acerquen mujeres
de rubí! ¡Que se me acerquen los ojos de Rimbaud navegando en lágrimas!
¡Oh, que mi quilla estalle!
Oh, que nos hundamos en el mar de Máncora.
Pero que salgamos con el pecho sacudido.
Y estemos dispuestos a abrazarnos desnudos.
Cusco, tú más que nadie nos pides el gran abrazo universal.
Quiero curar.
Quiero curar.
Quiero curar.
Quiero curar.
Y aunque todos nos griten: ¡Indios de mierda! ¡Cholos
conchadesusmadres! ¡Serranos apestosos! Y aunque todos nos deseen la muerte,
que es su muerte
Quién dice que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón.
Un atentado
de amor
Un atentado
de amor
Un atentado
de amor
Un atentado
de amor
Un atentado
de amor
Un atentado
de amor
Un atentado
de amor
Un atentado
de amor
Un atentado
de amor
Un atentado
de amor