Yaxkin Melchy |
-¿Cómo ves la poesía joven mexicana actual?
-Ya que nos enseñaron sobre todo ideas nefastas, muertas, podríamos comenzar hablando como algo que viene desde hace unos diez años a la fecha. Yo creo que desde aquí se marca una ruptura definitiva contra cierta idea de la poesía mexicana mal leída y mal enseñada. Que tiene ciertos calificativos como de solemne, poco experimental... en el fondo un género aburrido y neutro. Entonces yo veo, por lo menos ahora una experimentación imaginativa y para nada neutral, sino ya la irrupción de un performance de la escritura, de una acción en la escritura de la poesía mexicana, un ponerse en marcha, un motor a toda revolución y un poco averiado, en fin todo eso pasa por el texto pero también por el libro y por las acciones de los libros, autores y textos en la vida nacional. Entonces es una batalla que se está dando por configurar una ética más allá de la literaria, pero, he aquí lo interesante, a través de la propia poesía, pero yendo más lejos. Y eso nadie se lo esperaba, ni siquiera los académicos y poetas de la vieja guardia y vanguardia, así que ahí está todo eso en pleno auge mientras el Estado y las editoriales tratan de ver como encauzar todo esto nuevamente a una tradición.
-¿Tú crees que ahí radicaría su virtud? ¿O dónde estaría?
-Yo sí creo que esa sería su virtud. Es también una liberación de los géneros la que hace que aparezcan puntos de fuga a la propia tradición y también, de alguna manera, tiene que ver con una contaminación que sucede en el lenguaje. Una contaminación con otras tecnologías y otros temas también. Esto es la configuración de una nueva ecología textual, que necesariamente es un compromiso político también, pero no una política de arenga o panfleto vacuo sino como un modo de comunidad emergente y creo que ahí hay algo muy bello, opuesto al viejo cartel. Los nuevos Zetas, son más bien zetáceos.
-Y en esta nueva literatura joven, ¿cuál es la relación que encuentras con su tradición?
- En principio hay un rechazo, por ejemplo existe un primer rechazo a Octavio Paz, que en realidad es un rechazo al monopolio educativo, un rechazo a la lectura que se exige como bandera de lo mexicano. Después, y gracias a la difusión alterna e incluso pirata, existe una lectura creciente poetas que fueron un poco contemporáneos de Paz o incluso anteriores a él: Mario Santiago, Kin Taniya, Manuel Capetillo, Orlando Guillén, Jaime Reyes, Gerardo Déniz, Max Rojas, hay muchos. Y también se comienza a hacer un reencuentro de los poetas editores con creadores como Ulises Carrión, por ejemplo. Entonces yo creo que hay una redistribución de la tradición, que además se diversifica en algo que no es homogéneamente mexicano, sino del norte, de frontera, indígena etc…, una verdadera lectura frente a la cual los literatos mexicanos se habían quedado muy atrás y sospechosamente enrancherados en el D.F.
-Y también, no te parece, que la poesía joven actual absorbe de no necesariamente su tradición sino de muchas tradiciones. Por ejemplo, la influencia de la internet permite conocer nuevos escritores. Ahora, con estas nuevas tecnologías, es mucho más fácil acceder a nuevos autores.
-Sí, eso es cierto. Incluso en cierto momento se habló de una "sudamericanización" de la poesía mexicana. Esto tiene que ver con que se vuelve más accesible leer a autores que no son conocidos o no están editados por el Fondo de Cultura Económica, ni Conaculta, tal como Pablo de Rokha o la poesía peruana del grupo de Hora Zero. Entonces ahora es posible acceder y leer a autores peruanos, ecuatorianos, y conocerlos de parte de las editoriales independientes y oficiales de sus respectivos países. Uno aprende que lo que acá aparentemente es excesivo forma parte de un canon alternativo, que los sistemas canónicos incluso son más variados de lo que suponemos en el español visto desde México. Ya hubo como un proceso de digestión de todas esas lecturas, esos manifiestos, entonces es importante hacer este tráfico de lecturas, conocerlas como lo que son, textos de importancia para modos de vida de cuerpos y recuerdos. Esta crítica tiene que vérselas con el centralismo de la Ciudad de México. Porque, incluso, la actual escena del norte tiene otros códigos, otros recuerdos de hacer poesía. Entonces hacer lo mismo ya agotó el proyecto de “centro culto” del D.F. que intenta decir que ahí está lo cosmopolita, y la poesía que tiene chance de proyectarse o traducirse, el dream team y demás tonterías porque muchos ni siquiera pueden enorgullecerse de su habla culta chilanga, como sí lo hizo Mario Santiago, por ejemplo. Ojalá pronto veamos africanizaciones de la poesía mexicana, oceanificaciones de la poesía mexicana, para qué hacer una poesía a la mexicana que no es más que un remedo norteamericano o europeo, ¿por qué nos insensibilizamos a un México desbaratado verbalmente? Esa es una pregunta fuerte porque no se responde una sola identidad literaria, sino a algo muy particular, a lo particularísimo, que tanto es objeto de envidia y receptor de mala leche.
-De hecho, ahora los jóvenes pueden prescindir de la tradición e ir exactamente a lo que les gusta. A través de la internet, las redes sociales, etcétera. Es decir, no necesariamente tienen que leer cronológicamente la tradición para entender lo que hace en este país o en Costa Rica o en Argentina o Turkmenistán, por ejemplo.
-Sí, se toman esa licencia y suceden cosas importantes porque se han desmarcado de la tradición de la Academia militarizada que dicta de alguna manera cómo se debe escribir honorablemente, como si hubiera que quitarle diversión al mismo hecho, diversión, error, distensión, si uno lo piensa así cuáles serían los autores mexicanos que uno debería leer, cómo sustentar la autoridad en tiempos en que mejor pensamos en autores que no participan de ser gente distinguida sino inaudita. Pero tampoco se puede prescindir de todo lo que la Academia puede valorar y eso me parece importante, y eso lo favorece la internet y facilita la manera de enterarse de otras poéticas. Y de relacionarse también, porque todo ha sucedido con un contacto directo también con los propios poetas, con los poetas en los recitales, en los eventos de importancia nacional, en performances, en acciones de arte, y porque también todo esto se ha contagiado de una manera más directa a gente en pequeñas trincheras de universidad. Es curioso que pasa a la par de las relaciones virtuales y distantes, que no tendría capacidad viral si no fuera también porque se ha dado de una manera muy directa, y de contacto, y eso ha marcado porque es una actitud distinta de usar la internet desde nuestros países en crisis.
-Justamente eso de lo extra escritural, que ya no tiene que ver con el libro propiamente dicho, me he dado cuenta que en México tiene una importancia fuerte, vital. La gente sale a las calles, participa, intervienen espacios públicos, hacen performance. ¿Esto desde cuándo y cómo lo ves?
-Esto debe tener unos ocho años, así de fuerte al menos en donde yo he vivido que es el D.F., y es curioso, porque para mí todo esto comienza de manera coordinada en el 2006 que es cuando entra Calderón, el sexenio de la violencia, de la violencia desbordada que hoy continúa. Entonces, hay un rechazo a las prácticas habituales, a lo institucional. Hay una valentía generacional que es un hacerle frente al país y al pacto político preestablecido. Se trata de un rechazo al país de las instituciones, sus instituciones fuertes, incluyendo la izquierda, y una de esas instituciones es el libro. El libro impreso por el Fondo de Cultura, el Conaculta, los gobiernos estatales. Entonces esa labor está hecha por editoriales subterráneas y alternas, y de autores que salen a la calle y hacen recitales, sin pedir aval o permiso de los padrinos literarios, se trata de muchach@s que se niegan a encajar en un patrón y tienden a ser mucho más difíciles, inestables. Y eso ha sido, de alguna manera una reacción contra el país de la letra limpia. Sí, en este movimiento joven hay de todo, en el otro pareciera que ya no hay nada.
Patán Gorila 0.1 en el Museo del Chopo, DF. |
-El hecho de que la gente reaccione y participe, como tú dices, en rechazo a las instituciones, al mismo libro como institución, y hayan recitales constante y masivamente, ¿esto es novedoso o siempre ha sido así?
-Yo creo que es algo que no ha sido común aquí. Al menos no ha sido muy bien visto, partir del habla mexicana delirante, alucinógena, dextro y que se enfrenta a las hablas pulcras o neutrales, y eso forma parte del reclamo a la poesía mexicana. Que ha sido deslumbrada por poetas sin mucha imaginación, para una élite del vestuario. Ahora eso se ha desmarcado, es como decir que no interesa una "poesía para poetas" porque tampoco nos interesa demasiado que sea una poesía estrictamente hablando, entonces se libera e ingresa a otros terreros, fuera de los dominios del texto como aval de cualquier cosa, y explorado otros lenguajes, otras aventuras, ése es el riesgo. Es como una negación a hacer la poesía de la generalidad, y eso al final termina alejándote de los “poetas” y acercándote a las personas chidas, peculiares, al final de cuentas, esas personas importan. Tenemos una educación que nos configura de una manera cerrada, que nos dice esto es "poesía", esto es "literario", antes que pensar por la poesía misma, dónde está la poesía que no es literatura, todo eso está ahí en las emociones, la rabia o las ideas más raras y ahí se crea una empatía distinta. Fíjate, la banda que viene, en lo inmediato, ya tiene una nueva configuración de lectura, ya son diferentes lectores, y esto, de alguna manera, se está adelantando pero va a pasar, se está creando una nueva manera de leer. Yo quiero que la poesía participe de ese nuevo modo de lectura, más intrigante.
-¿Lo prefigura?
-Creo que ya lo está prefigurando, y yo creo que eso es el cambio importante que va a suceder, esa transición, me gustaría que para ellos nosotros fuéramos los raros.
-¿Y la gente tiene una preferencia por las perfomances e intervenciones?, ¿se ha dado de una manera natural? Me parece que tiene como mucha importancia aquí.
-Sí, yo creo que sí. Y es en reacción también a un medio ambiente muy árido que casi no existía para contextualizar el lenguaje poético. Pero tampoco creo que sea para siempre, está cumpliendo una canalización importante de tanta rabia y tristeza, y yo creo que ese mismo performance se va tener que ir reelaborando y quizá encontrar nuevas vías de comunicación para no quedarse, otra vez, en una "nueva tradición" o un “nicho de mercado”.
-En antaño, el poeta era poeta, y el editor editor, y tú combinas ambas cosas. Tú trabajas tus propios textos y también editas a otros y tienes movimiento editorial, ¿cómo ves esto, la relación poeta editor?
-Yo creo que tiene que ver, primero, con que hoy es más sencillo acceder a ciertos medios para editar tu propio libro, técnicamente. Y también tiene que ver con eso que decíamos anteriormente, el de salirse de los medios institucionales del libro, del libro oficial, y regresar como a una labor artesanal, formatos como el fanzine y el libro cartonero se llevan porque ante todo son actitudes de publicar. Eso es también una respuesta al medio. La mayoría de autores radicales, arriesgados, terminan siendo autoeditores de sí mismo. Yo creo en encontrar el medio de hacer las cosas por mí mismo. Para mí, en México y quizá en cualquier parte, es correr ese riesgo de publicar libros tan extensos, y visualmente cargados, de poesía, casi como imprimir un archivo de vida, y sin embargo esas escrituras ya están... Entonces, ahí tienes, de alguna manera, que se puede encontrar el modo de publicar, y no es cuestión de números o tirajes (un libro único ya es un libro existente). Es la oportunidad, también, de demostrar actitudes del libro como objeto, un intermedio entre lo medieval, lo artesanal y la digitalización, porque esas escrituras no deben quedar ocultas. Yo creo que todo esto ha nacido de una serie de oportunidades que se fueron combinado.
-De oportunidades negadas.
-Sí, oportunidades/necesidades porque nosotros tuvimos que buscar otro camino ante ese escepticismo de los editores que tienen esa idea de que el poeta va "pasito a pasito" y que tiene textos "exactos" a la edad física, méritos, favores incluso, y, en realidad, no: ya hay un desborde de escrituras e información que está transcurriendo y que tiene todo el derecho de existir, los Mario Santiago, los Verástegui, los Guamán Poma del s. XXI. Tienen necesidad de existir.
-Cuéntanos sobre tu editorial.
-La editorial se llama 2.0.1.3. Pero en realidad comenzó en el 2012 y nació en el 2010. (Risas) Nació así porque fue como una manera para prepararse para lo que vendría, el final de los tiempos. (Risas) Tenemos tres años funcionando como editorial. Hemos editado como siete libros, en las ediciones más artesanales, y otros siete, como de manera más fanzinera o como plaquettes. No nos interesa evolucionar para convertirnos en una editorial independiente hipster, nos interesa involucionar para que esto se convierta en un microorganismo de elaboración, experimentación y belleza.
-¿Cómo hace un poeta para publicar en tu editorial?, ¿ellos te buscan?, ¿tú los buscas?
-Sí, los hemos buscado, forma parte de esa necesidad. Y también queremos que esto sea distinto a sus demás publicaciones, porque cada libro es una particularidad y darle esas particularidades al libro. Tenemos un diálogo con un autor para saber qué o cómo imaginan el libro y la lectura, y que, de alguna manera sea algo más orgánico ese proceso. Ha habido un par de libros, que han salido por la convocatoria en internet; no es la mayoría, eso sí. Creo que ha sido productivo comunicarnos por e-mail pero más ha funcionado la parte directa, del contacto frente a frente con el autor y, en el fondo, no es complicado porque hay mucho movimiento de escritores jóvenes y no es muy difícil encontrarlos si uno busca.
-Ahora, es cierto que la internet favorece la difusión masiva de textos, ¿cómo haces tú para filtrar toda esa cantidad? Porque imagino que no todo es publicable.
-Yo creo que es la experiencia, la honestidad de sentir un poema es el ojo avizor en esto. También la editorial tiene como el interés agregado a las propuestas que nos parezcan anómalas, híbridas, o mutantes, como quieras llamarlas. Y ya luego las cosas se van simplificando.
Presentación del libro Splendor de Enrique Verástegui |
-Ahora has editado a Enrique Verástegui, ¿cómo nació esto?
-El libro de Enrique salió porque yo viajé al Perú hace tres años. Antes, en el 2008, lo conocí y le edité una plaquette. A mí me fascinó bastante y conocerlo en persona fue todo un acontecimiento. Él mismo me lo propuso cuando le conté sobre la editorial y que editábamos plaquettes, cosas así, muy modestas, entonces seleccioné parte de Leonardo, y publicamos una plaquette con la Red de los Poetas Salvajes. Luego, en el 2010, nos volvimos a ver y le mostré los trabajos que hacíamos, ya con libros de 2.0.1.2. y le prendió la idea, él pues me ofreció esa oportunidad, fue un regalo, de publicar su proyecto completo que se llamaba Ética y que después, poco a poco, terminó llamándose Splendor. Yo creo que ha sido muy bonita experiencia, porque ha sido una comunicación continua de tres años, de estar constantemente en esto. El libro original estaba desperdigado en fotocopias, y ha sido un trabajo minucioso de transcripción y edición. Y el propio Enrique ha estado revisando, siguiendo la pista y eso ha facilitado las cosas. Ha sido un regalo para las mentes más lúcidas.
-La edición del libro de Verástegui que yo he tenido oportunidad de revisar, no le envidia nada a una editorial oficial, grande, con gran presupuesto, que no es tu caso ¿verdad? Esta edición está muy bien hecha, muy bonita. ¿Cómo has conseguido hacerla?
-Splendor es una coedición, este libro lo hemos trabajado cinco proyectos: 2.0.1.3. Editorial, Grafógrafo, Kodama Cartonera, Literal y La Ratona Cartonera. Lo más bacán es que hemos trabajado cinco pequeñas editoriales distintas y haciendo un libro así. Lo que nos junta es el mismo interés que todos compartimos por lo monumental de la obra verastiguiana, y también esa manera de ver la poesía así, que puede excederse, expandirse, más que solo ser un libro: es un mundo el que está ahí. Yo creo que es muy hermoso porque somos cinco editoriales que tenemos esa misma intuición de la poesía, aunque cada una ha hecho su propio recorrido nos hemos contagiado mutuamente de lecturas. Nos conocemos y somos amigos, este libro refleja ese camino recorrido y esa amistad de pequeña comunidad que sí podemos mantener viva, más allá de los intereses económicos que están fijados en la supervivencia.
-Para todo esto, ¿recibes apoyo del Estado o algún organismo público?
-Como creador, he recibido la beca del FONCA en una ocasión, y ahora también para organizar un encuentro interdisciplinario que se llamará Los Lenguajes Alienígenas. Subterráneo 2014, esto se da después de tres festivales (2008, 2010, 2012) que hicimos con ayuda de los amigos y la fraternidad artística únicamente.
-En México sucede un fenómeno único comparado con toda Latinoamérica, y es el apoyo económico que brinda el Estado a proyectos artísticos, culturales, así como becas, ¿qué opinas de esto?
-Con el dinero de una beca o inversión, ahora podemos invitarle todas las caguamas que guste a un poeta joven, y patrocinarle su derecho a la fiesta. Este es un punto me comentaba Jocelyn Pantoja, escritora y gestora cultural, y que estoy muy de acuerdo. Recordemos que la fiesta para alguien que empieza en cualquier actividad más o menos social, es un lugar en que se forman alianzas, amores, ideas, afectos. La pobreza genera exclusión en este sentido de convivir y pasarla bien y con calidad en lo que te metes. Con ese dinero también puedes patrocinar una edición artesanal, una plaquette y que conozca el país, lo bonito y lo sórdido, que haya algo que genere un para qué de la escritura. En fin, me parece que esto lo digo porque sé que es el dinero entregado por una sociedad y que el Estado “invierte”, pero hay que darle la vuelta, no se trata de que el Estado invierta para sí mismo, osea en que sólo le sirve a un montón de burócratas de la cultura, generar falsos creadores amparados en la institución, este es el dinero de una sociedad para generar comunidad, y siendo así se trata de lo que tú haces con tu beca, tu premio o tu parranda patrocinada.
-¿Cuál es la relación con otros grupos o colectivos editoriales independientes? ¿Hay relación con otros en otras partes del país?
-Hay mucha relación, estamos en redes sociales, dándole la batalla las ferias del libro que cada vez intentan convertir esto es un caro mercado, hipster y evolucionado, por eso también asistimos a eventos más o menos subterráneos, a las irrupciones, y el performance de la vida diaria, en los viajes y en la naturaleza llana, y ahí donde no había espacios culturales surgen propuestas de llevar algo de la poesía porque sí. Coatzacoalcos, San Cristóbal de las Casas, Las Choapas, Navachiste, y muchos lugares por México y Guatemala
-México tiene fama de ser conservador en muchos aspectos, ¿hay todavía algunos grupos, diríamos, conservadores o tradicionalistas en México?, ¿cuál es su relación con ellos, hay broncas?
-Es una mala y aburrida fama, que tiene que ver con cotas de poder que se dilatan para seguir inculcando babosadas a las nuevas generaciones de escritores; ante todo uno, el miedo a lo excesivo, a lo indeterminado, al errar en la escritura, eso que se llama obra y es inabarcable por el libro, y por ello esta idea de purezas forzadas para solapar la mediocridad y el miedo; la idea del libro “oficial” para solapar el exceso de vida y de materia; y la idea del “mundillo” para solapar la necesaria circulación de la poesía misma que se da de mano en mano, de lectura en lectura, pantalla, papel, y en los recuerdos.
-Por último, Yaxkin, ¿qué le espera a la poesía mexicana?
-Que se libere de los que quieran ser los nuevos “poetas mexicanos”, estos que representan la tranza, y la mediocridad, la burocracia mental que busca la prescriptiva en los círculos de poesía y de las transvanguardias. Porque frente a eso la poesía mexicana está bien, demasiado bien, es un exceso literal que no estaba previsto ni por la academia ni por los mercadólogos del best seller, y aún no saben bien como domarla o si deben empezar a remojar las barbas por sus narradores. La poesía mexicana está muy bien, y le espera seguir ese camino a lo largo de México y de sus lenguajes y modos, pero ya haciendo un lenguaje visto desde más allá de la literatura, y desde más allá del sujeto literario, la poesía ahora, para lo que mejor sirve, es ponerse a investigar géneros de existencia: Qué nos puede decir la escritura poética de la ciencia, el arte, el universo, la política, todo eso es hacer el mundo. A la poesía mexicana le espera reeducarse.
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