miércoles, 13 de mayo de 2015

Entrevista_6: Roberto Valdivia


Roberto Valdivia es editor de la revista Poesía Sub25 y ha publicado recientemente MP3 (Gigante, 2015). Pero además Roberto es un curioso y acucioso seguidor de la poesía joven, o reciente, que se publica en libros y en formato virtual. Pero más aun, Roberto es un difusor de esa poesía, él es mi amigo y siempre me comenta de escritores que yo jamás he escuchado pero que él, más joven que yo, pasa conectado las 24 horas a la internet hurgando entre las redes sociales para encontrar un nuevo joven poeta. Roberto es un “millenian”, es de esa generación que está plenamente integrado a la virtualidad, casi una extensión de su manera de expresarse, sentir, comunicar. Pero principalmente Roberto es un poeta con una sensibilidad particular que, a pesar de la contaminación virtual, sabe diferenciar y buscar la aguja en el pajar. Como no le hace ascos a la virtualidad y tecnología, es capaz de percibir, involucrarse y tener una lectura despreocupada y desprejuiciada de esa poética que habita entre ceros y unos; pero que además es todo lo contrario: un vocero del like y dislike.

Sin embargo, Roberto también es un desbocado, un tierno atrevido, que se ha lanzado en una cruzada contra la poesía reciente para desbaratarla, acusarla y finalmente someterla al juicio del dislike. O será que, precisamente, por esa despersonalización y enmascaramiento que permite la virtualidad, se atreve a lanzar sus arengas subversivas contra todo lo que no le gusta. Se quiere tirar abajo a las editoriales ladronas que cobran carísimo (Roberto es el pontífice del PDF), se quiere tirar abajo a Paracaídas, Lustra y a otras más, a los críticos que no hurgan en las redes sino ven solo lo publicado en físico, y así no escatima esfuerzos para lanzar sus dardos. Ese atrevimiento es a veces casi un manifiesto. No hay prudencia ni reflexión en sus arengas. No tendría que haberlo tampoco, estamos hablando de like/dislike. Así, cualquiera, con el atrevimiento, permisividad y difusión que tienen las redes sociales, podría hacerlo. La diferencia es que Roberto escribe bien, con soltura y atrevimiento, conecta imágenes ultracontemporáneas que divierten y en el mejor de los casos te dejan pensando en qué es lo que quiso decir realmente. Creo que detrás de todo se esconde (sino es el primero en el Perú), una nueva lógica, una nueva forma de enfrentar la crítica. Puede parecernos superflua (lo es), puede parecernos banal (lo es), puede parecer incluso contradictoria (tal vez por eso es bella), pero existe, está, y, nos guste o no, será el germen de lo que vendrá. Miles y millones de textos lanzados a la telaraña del internet con ánimo de emoticon subversivo.

Pero no es pose. En verdad Roberto es así. Lo cree verdaderamente, es honesto, y eso tiene un valor fundamental. No es un cobarde, y creo que está dispuesto a discutir con cualquiera su visión de la poesía contemporánea. En un futuro cercano, sé que nos retaremos a duelo de espadas y Roberto vencerá porque tendrá el sable láser con algoritmos, y yo me dejaré vencer porque tengo la fe en la resurrección de este planeta muerto.

Por suerte, y esto lo vinculo con el maravilloso azar poético, Roberto es un poeta nada cursi, con nervio, que evita lugares comunes, lee, es joven y entusiasta, conoce (y busca) su tradición, y eso lo salva y lo pone a años luz de muchos que son usuarios también del internet. Internet le ha dado el atrevimiento, no la ingenuidad. Su libro MP3 es un paso, un motor, que se mueve entre sus gustos más evidentes: la internet, el rock, el cine, el culto a la subcultura, los zombies y un descreimiento a casi todo lo que está ajeno a un yo sensible y tierno.




En días pasados, reunidos en casa, y casi ad portas de engrapar nuestras respectivas revistas, y gracias a la invitación de otro amigo, decidimos hacer una entrevista para un radio virtual que nunca vio la luz. Y como creo que Roberto es alguien a quien vale la pena leer y escuchar, transcribí casi completa la entrevista que aquí más abajo copio, y me despido con una carita feliz.

—Roberto, ¿qué te llevó a publicar por primera vez?

—Creo que ha sido un golpe de suerte el haber editado con Gigante. Ellos tienen un montón de libros publicados, principalmente de Argentina, a alguna gente de la Alt Lit mexicana, y de la nada vieron unos poemas míos en la red, y me pidieron si quería publicar algo con ellos. Y bueno, es algo que no esperé me pudiera pasar, hace un año me parecía difícil que sucediera esto.

—¿Es una editorial Alt Lit?

—No sé, solo he leído tres libros de su colección. Mi libro no es Alt Lit. Y mucha gente cree que Poesía Sub25 es Alt Lit, pero se equivocan. Y otra idea equivocada, sugerida por el título de la revista, es que solo publicamos a menores de 25, pero no es así. Hemos publicado a mucho que tienen más de esa edad.

—Bueno, yo, Roberto, contigo tengo diferencias respecto a la Alt Lit, no me gusta mucho, o tal vez sea un prejuicio, no lo sé. Pero más que categorías o rótulos, importa que sea una buena ¿no?

—Claro, que sea contundente. Yo conocí la Alt Lit hace bastante tiempo y de casualidad, hace como 6 años, en una página web donde leí un poema de Tao Lin y me gustó.

—¿Qué características tiene la Alt Lit?

—Creo que hay unos puntos en cuando dicen que la Alt Lit es hablar sobre la tecnología, el iPhone, es usar jergas de internet, lo cual es cierto y está en la Alt Lit, y es normal que así sea porque todos los movimientos ha cogido términos de su tiempo, de su escena. Pero lo que yo creo, o rescato, de la Alt Lit es su planteamiento tan veloz que recuerda un poco a Apollinaire en el tratamiento de imágenes que parecen hipervínculos, que de la nada te lleva a otro lado. Y que la linealidad del texto que se rompe. Y aunque no sea nuevo, lo confesional en la Alt Lit me gusta bastante, el sentido íntimo de decir la cosas desde tu lugar pero que son universales.

—Pero eso ya estaba en la poesía ¿no?

—Sí, y de hecho ya todo está.

—Una cosa que me jode un poco de la Alt Lit es que hay un "yoísmo" muy grande, como de un ego demasiado grande, y también hay poemas de la Alt Lit que son un poco "emo", un poco llorones pero siempre desde un yo un poco egoísta ¿no?

—Justo hace unos días estuve revisando Estos 13, la antología setentera de Oviedo, y veo que lo mismo que le dicen a la Alt Lit se lo dijeron a Hora Zero hace cuarenta años: que son ombliguistas, que están siempre pensando en ellos, que sueltan números telefónicos, nombres de empresas, algo que también la Alt Lit lo hace. Pero, bueno, creo que va más allá de eso, y no toda la Alt Lit me gusta. Por ejemplo, hay libros de poesía de Tao Lin que me parecen malos, demasiado complacientes, pero Noah Cicero me parece que está rompiendo límites, o como Jesús Alberto Carmona de México, o Kevin Castro cuando publique Norcorea.

—Y tu libro no es Alt Lit.

—Sí, no es Alt Lit. De hecho es un revival de poesía del 70.

—Y tiene muchas referencias a música vieja ¿no? Está Bowie, pero también Strokes, y luego Bob Dylan. Tiene muchas referencias a la música. Cuéntanos un poco de tu libro.

—Creo que el primer poema que escribí fue “Héroes”, inclusive se podría decir del libro que son reescrituras de canciones. La primera reescritura fue de Heroes de David Bowie de hace ya dos años, y luego lo dejé. Pero luego me propuse terminarlo e intenté hacer una ópera rock. La primera parte son poemas más juveniles, de los problemas habituales de los jóvenes pero también sobre estar vivo, vivir; y la segunda parte, traté sobre lo que pasa al rockero y al poeta, que quiere ser contundente y escandalizar a la sociedad y no lograrlo. Al rockero porque está domesticado y al poeta porque ya no se le escucha.

—La relación entre el rockero y el poeta no es nueva. Pero en tu libro tal vez la relación sea distinta. En principio, has organizado tu libro como un playlist, como pequeños segmentos de lista de canciones. ¿Cómo relacionas esto?

—Creo que Julian Casablancas es un gran poeta. El epígrafe en mi libro es de él.

Mi libro no es una ruptura a nada. Es una continuidad. Creo que es un poemario correcto, que no tiene muchos riesgos, es como un buen disco. Como Motorama o Interpol que está mirando hacia atrás ¿no?

Creo que la gente joven de ahora solo descarga música en mp3, tal vez esa sea otra relación con mi libro. Solo he comprado un solo disco en mi vida. Y tal vez sea lo mismo con el libro, tenerlo en físico es solo un fetiche.

—De hecho tú, Roberto, que escribe y editas textos con tu revista, privilegias el uso de la virtualidad, haces uso de toda la información que se cruza en las redes, es tu bandera. Quitarse esa idea de propiedad exclusiva, de copyright, sino creer en el libre tráfico de información, de intercambio de textos, de música, es así ¿verdad?

—La existencia del internet y que la juventud esté tanto tiempo ahí, cambia, o va a cambiar, el juego de hacer poesía. Ya sea en Perú, en Argentina o en Tailandia, o en cualquier lugar. Hoy día, por ejemplo, está la valla para publicar un libro en físico, de tener 4 mil soles, de tener argolla. Creo que ahora se le puede sacar la vuelta a eso con el internet. Ahora haces tu PDF y pueden leerte un montón de gente. Y también va a cambiar el trabajo del editor, del crítico, del lector, porque va a haber una cantidad mucho mayor de poetas jóvenes, mayor información, y va tener que saber escoger, discriminar.

Y creo que ya un nuevo editor no lee todo un poemario para escoger, sino solo un extracto, una parte. El single, como en la música, el poema suelto, y eso ya no te gasta tanto tiempo. Y de hecho hasta se podría armar una especie de selección, un greatest hits, de solo singles de poesía.

—¿No estamos frivolizando demasiado la poesía?

—Pero eso no importa. Importa el contenido. Puedes mandar miles de PDFs de Tao Lin como miles de Lucrecio. Al final se impone lo bueno.

Yo creo que se esté poniendo la poesía en internet es solo un primer paso. El siguiente paso sería ver las posibilidades estéticas de una poesía más electrónica, con el uso de un software... Por ejemplo, hay una literatura que vendría a ser muy hermana del Alt Lit sin tener su tono, su sensibilidad, que es la literatura electrónica, que fueron novelistas de fines de los años 80, que hacían novelas con hipervínculos, que se avanza de un capítulo a otro haciendo clic en una palabra. Esa, por ejemplo, es una posibilidad que supera a lo que está haciendo la Alt Lit en relación a la tecnología.

Yo planeo un poema en ese sentido. Que un poema tenga links y referencias a otros temas, a artículos, ensayos, música y demás.

—¿Y existe un filtro en la internet para tanta información que hay?

—Sí lo hay. Por ejemplo, Luna Miguel, o Héctor Hernández Montecinos que ha publicado su antología Halo que son poetas que han publicado en su mayoría en la internet, o en México está Martín Rangel, así hay un montón de faros.

—A ti te importa mucho la poesía joven ¿no?

—Sí, y además me parece que las opiniones sobre esta nueva poesía están muy parcializadas ¿no? Críticos como Yrigoyen o como Ágreda, parece que para ellos solo la poesía estuviere en Paracaídas o solo en los libros que ponen en las librerías. Creo que ignoran mucho lo que se está haciendo en la internet y lo que se hace en provincias como la editorial Dragostea o Cinosargo que son cosas que tiene mucha calidad.

—Y en el Perú, ¿quién sería el filtro?, ¿tú?

—Puede ser, he intentado hacer con Sub25 un poco esto. Un mapeo. La literatura no se puede poner en sacos. Y sí pues, en el Perú no hay faros guía. Se supone que sería los poetas de los dosmiles, pero su límite es el libro en físico y unas cuantas editoriales, y creo que se quedan muy cortos. Y creo que son editoriales aburridas, acartonadas.

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